Han transcurrido quinientos años desde la conquista de México por Hernán Cortés, un hecho trascendental en la historia del Nuevo Mundo y en la extensión del imperio hispánico de los Austrias.
Han transcurrido quinientos años desde la conquista de México por Hernán Cortés, un hecho trascendental en la historia del Nuevo Mundo y en la extensión del imperio hispánico de los Austrias.
Cortés llegó a América en 1504 en la armada de Nicolás de Ovando. Como tantos otros españoles, buscaba encontrar un mundo que le ofreciese más posibilidades en el que medrar y alcanzar éxito. Hasta 1519 el de Medellín participó en las campañas de pacificación de Higüey y Xaragua en La Española, y en la ocupación de Cuba a las órdenes de Diego Velázquez de Cuéllar. Cortés ejerció en este segundo territorio de escribano de Santiago de Baracoa, entonces capital de la isla, fue encomendero, consiguió cierta prosperidad y desempeñó el cargo de alcalde de Santiago.
En febrero de 1519 encabezó la campaña para la conquista del imperio azteca, del que se tenía conocimiento por las expediciones anteriores. Cortés desplegó una enorme audacia y un agudo sentido táctico. Buscó la colaboración y auxilio de los pueblos sometidos por los mexicas consiguiendo forjar una gran alianza. A pesar de serios contratiempos (la «Noche Triste») los españoles se impusieron tras la victoria de Otumba. Cortés entró en Tenochtlitán el 13 de agosto de 1521, tras un prolongado y penoso asedio.
La actividad de Cortés en Centroamérica se complementó en los años siguientes con varias expediciones a Guatemala, Honduras y la mar del Sur.