La aparición del acorazado Dreadnought revolucionó la ingeniería militar naval y supuso el pistoletazo de salida de una carrera armamentística entre las dos grandes potencias: Alemania y Reino Unido. En 1914 dos poderosas flotas como el mundo nunca había conocido se aprestaban a enfrentarse, utilizando una tecnología tan novedosa como llena de incertidumbres.
La aparición del acorazado Dreadnought revolucionó la ingeniería militar naval y supuso el pistoletazo de salida de una carrera armamentística entre las dos grandes potencias: Alemania y Reino Unido. En 1914 dos poderosas flotas como el mundo nunca había conocido se aprestaban a enfrentarse, utilizando una tecnología tan novedosa como llena de incertidumbres.
Los primeros combates entre cruceros acorazados, naves ya de otros tiempos, dejaron paso al dominio de los nuevos dreadnought, tanto acorazados como cruceros de batalla. Los británicos disponían de una gran superioridad numérica, pero los alemanes les aventajaba cualitativamente.
El mayor combate naval de la historia (en cuanto a tonelaje enfrentado), la batalla de Jutlandia o Skagerrak, supuso una victoria táctica alemana, pero una derrota estratégica. Alemania solo podía contar con los submarinos para disputar a los británicos un dominio del mar que ahogaría a los Imperios Centrales con un eficaz bloqueo naval.